domingo, 6 de marzo de 2011

No eres tú soy yo

Eso fue lo que ella dijo. El mismo argumento que yo utilizo para decirle no a alguien que no me gusta, sin que se siente mal, por supuesto. Pues bien me lo aplicaron hace algunos días. ¿Qué harías en ese caso? “…dime que no, me tendrás pensando todo el día en tí, planeando la estrategia para un si.” Canta Ricardo Arjona. Pero como siempre he sido un hombre que no le gustan los intermedios decidí eliminar a esa persona de mis contactos en el msn, en el face, etc. Después de eso empecé a escribir esto.

¿Tú qué harías? ¿Seguir como amigos? Pues sí es una opción, pero yo me conozco demasiado bien y sé que voy a estar de necio, insistiendo siempre en la posibilidad de acostarme con ella. Eso ya lo viví. Resulta desgastante y al final ni amigos ni nada. Oprimir la tecla SUPRIMIR puede ser mejor por salud mental. Aunque hoy que es domingo me encuentre escribiendo en vez de estar buscando la forma de complacerla. Además, además ella es gordita y a mi nunca me han gustado las gordas.

En esas estaba. Pensando que más escribir. Cuando pararon la música para anunciar una competencia de natación. Ah, porque has de saber que estaba en la piscina de http://www.quintacandelaria.com/, lo primero que se me vino a la mente fue: “Ahora es cuando chile verde…” Saz y al agua pato. Se formaron dos hits de cuatro participantes. Me tocó participar en el segundo. El cual gané con cierta facilidad. Nomás me quedaba enfrentarme al ganador del primer hit. Sí, lo perdí. En cambio gané cierta “popularidad” entre los bañistas. Particularmente a los ojos de una niña de mirada ensoñadora y de sonrisa de angelical, bueno supongo que así de deben de reír. Me dio su cel. Si quieres saber como es ella visita la página de la quinta, creo que salió en algunas fotos que prometieron los organizadores subir a esa web.
Lo que ahora me taladra el cerebro es: “un clavo saca a otro clavo, un clavo saca a otro clavo, un clavo saca a otro clavo”. ¿Será cierto? Luego te platico.

domingo, 6 de febrero de 2011

Definición forzada


Cuando las luces se apagan y la ciudad se torna oscura y fría me refugio en tus labios de carmín. Tú no lo sabes ni lo sabrás nunca pero cuando beso otra boca pienso que eres tú. Ayer por ejemplo, la niña de boca chiquita, la de andar coqueto. Me miró fijamente a la cara, sin la más mínima duda, acercó su rostro y me ofreció su lengua de viborita inquieta. Hurgó dentro de mí. En esos instantes la verdad olvidé tu rostro y las noches que no me has dado se eclipsaron.

Cuando desperté ya habían pasado cinco horas.

El reloj de la catedral de San Marcos marcaba la 1:30 horas del domingo 6 de febrero. No sabía como ni por qué yacía inerte en un hotel del centro de la ciudad. No sentía las piernas, ni los brazos. Por todos lados de la pequeña habitación se percibía un fuerte olor a sexo. La cama deshecha y sobre el colchón envases de cervezas a medio acabar, manchas que dibujaban extrañas formas.

Aún tendido sin poder pararme. Recobraba cierta lucidez.

Salí del trabajo como eso de las dos de la tarde. Algunos compañeros invitaron algunos tragos. No bebí mucho, casi siempre prefiero mantenerme sobrio. Ella marcó a mi celular, quedamos en vernos en tal o cual lugar. Nunca llegó. A partir de ahí recuerdo haber comprado el Cuarto Poder, el periódico local, marcar a un servicio de edecanes. No quiero aquí justificar nada. Pero era el cumpleaños de las “definiciones”. Por eso pedí tres chicas. La de boca chiquita que se parece a ti, la güerita que no decía nada y la morena de ojos verdes. De las tres, desde el primer momento, preferí a la boca chiquita. Mientras las otras dos buscaban darme placer en otras partes de mi cuerpo, ella se encargaba de hablarme al oído. Cosas extrañas decía. “Nunca valorarás suficientemente la vida sino te hago esto…” Yo no respondía nada. Mi respiración agitada no me dejaba pensar. “Si ellos lo hacen por qué nosotras no”, y reía, reía con esa sonrisa que tú tienes.

Quizás mañana salga en la nota roja algunas fotos que me tomaron los pinches policías. No hay respeto de los derechos humanos. Ahora no estoy seguro de querer seguir viviendo en este mismo barrio, seguramente se enterarán de lo que pasó. Y no lo hago tanto por mí, la verdad esas cosas me valen un soberano cacahuate, sino por mi familia.

Después de esto, ahora estoy más seguro que nunca, prefiero tus labios de niña y no los de esos cabrones que me violaron.

martes, 25 de enero de 2011

¿Verbo mata carita?



En su oficina atendiendo a sus clientes, Roxana, se pierde por un instante. Se deja llevar por su vasta imaginación. Mira de reojo a un cliente que espera en la antesala. Él siente su mirada y se sonroja, se acomoda la camisa manga larga y vuelve a sumirse en sus pensamientos. Su nombre es Pedro y tienen una relación hasta ahora de negocios. “Soy escritor y me encanta saber que a ti te apasionan las letras igual que a mí”, había dicho él cuando recién se conocieron. Ahora después de un mes la relación ha girado en otra dirección. Aunque a Pedro le cuesta expresarse o al menos eso cree Roxana, él le ha dejado ver el enorme interés que siente por ella.


Pedro es ingeniero de profesión, pero se viste con la propiedad de un licenciado, tiene unos ojitos asustadizos, que al ver a Roxana pareciera que fueran a salirse de su órbita. Expresión física que para los gustos de Roxana hacen que se vea más feo. Sin embargo tiene un no sé que lo hace interesante. Ese no sé qué, se llama literatura, la magia de las palabras que a ella cautiva.

“…Me agrada mucho escucharte, me han cautivado esas bonitas perlas que resumen la inacción o precaución con que quiero mostrarte mi rostro. Tú eres una mujer con chispa, me refiero a que entiendes fácilmente hechos o situaciones donde otros se quedan dormidos, y me complace esa apertura…” Escribió, Pedro en un correo lleno de lírica.


Roxana, empezó a sentirse molesta por los insistentes ojos y esas manos temblorosas frente a ella, la invitaba a su mundo, a sus espacios. Pedro se había enamorado de su Elena de Troya, la guerra había empezado. Quiso conquistar lo inconquistable, Roxana manifestó no amarlo, no desearlo, no permanecer un momento más en su vida. Son de esos amores que no florecen ni abundan en la poesía.


Yo no hubiera podido enterarme de esta historia si no fuera porque Roxana es mi amiga y me pidió que yo fuera su novio postizo.

domingo, 23 de mayo de 2010

La soledad


“Querida, Diosa”, escribió. “Desde que ya no veo la luna en tus ojos, mis ojos se han apagado. He vuelto a ser un burócrata triste, sin más ánimos para seguir con esta farsa que se llama vida…mi sangre caliente se ha enfriado con tu ausencia, el chillido de los cerdos me golpea y siento como el ostión cuando le ponen limón, cuando aún estoy retorciéndome de dolor viene otro golpe más de los perros prestos a hacer leña del árbol caído, hasta ahora vengo resistiendo pero no creo pasar la navidad y me solidarizo con el miedo de los pavos. Los planes, nuestros planes, ahora separados por azares del destino han de resistir, deben resistir, porque todavía existen en el mundo personas dispuestas a pelear por la justicia...


…Las huellas de tus pasos aún están estampadas en mi corazón porque tienen tu tinta indeleble. Cerrar ventanas, cerrar puertas dictan los consejeros banales. Como si fuera tan fácil cubrir el inmenso vacío que dejaste con tu partida. El punto es que sigo parado en aquella tarde en que dijiste adiós...


…El viento de mayo con sus lluvias adelantadas llenan de rocío las mañanas, entonces por el cristal nublado veo pasar a la gente casi corriendo a sus respectivos trabajos y yo me quedo pensando si tendrá algún sentido continuar.


…Ja ja te vas a reír lo sé muy bien, ayer fui a un templo evangelista a escuchar la palabra de Dios que a través del pastor, se manifestó con una rabia iracunda solicitando el pago de los diezmos con pena de ser excluido del paraíso en caso de no contribuir a la inmensa obra del señor, ¿puedes creer eso?, no volveré más a ese lugar, aunque la chica que me invitó quedó muy decepcionada y dijo que es el demonio que me tiene prisionero…


…El país se hace pedazos, en Chiapas sin embargo con el mismo espíritu de Ariel Gómez, ese personaje de radio, el que por cierto ya no discrimina porque aprobó un curso de no sé qué diablos, seguimos festejando; aunque sigamos viviendo en la mismísima mierda… ”


Hugo ya no pudo continuar escribiendo, la sangre para ese entonces ya formaba un charco bastante grande. Él murió con una sonrisa, aunque en el fondo sabía que ella nunca leería esta carta, simplemente porque ella era solamente un producto de su imaginación.

martes, 2 de febrero de 2010

*¿Soy un Krill?


Hay días en que me siento terriblemente confundido. Busco un rumbo en la vida y por más que intento descifrar el laberinto me pierdo irremediablemente. Esto sería más o menos normal si se tratara de un adolescente pero yo hace algunos ayeres superé esa etapa. Todo este sentimiento empezó cuando estaba mirando una película con clasificación A -fíjense donde encuentro el sustento filosófico. El espanta tiburones, o algo así, el nombre es lo de menos. Un “pececillo” Krill pregunta qué hay después de él y la respuesta es horrenda, avasalladora. Lo que hay después de él es: mierda. El último en la cadena alimenticia. Esa palabrita la estuve escuchando toda la noche: ¡Mierda, mierda, mierda, mierda...! No pude seguir durmiendo.

A las doce de la noche puse manos a la obra. Tecleé “como aumentar la autoestima”, google solamente remitió 62,000 entradas. Revisé algunos argumentos, sólidas teorías de la personalidad, incluso visité la página del licenciado Cornejo, como pueden ver, estaba desesperado. No me quedó alternativa. Utilizar el añejo método sanalotodo. Masturbarme muchas veces pensando en que yo era un rey y le hacía el amor a dos princesas. Por fin pude conciliar el sueño.

Ya en la mañana, más dueño de mí, bueno -mucho más dueño de mí- y con la cabeza despejada realicé mis preparativos para dirigirme al trabajo que realizo en una oficina de gobierno. La directora general es una bella mujer, señora que ha sido diputada local, entre otras cosas importantes. Es por demás innecesario decir que ella ha sido evocación de mis más íntimos sueños.

-¡Buenos días, compañero!, que bien está usted iniciando el año.

-¡Buenos días, licenciada!, -dije yo a su vez, con una voz sonora, aterciopelada, herencia de familia y con una seguridad que irradiaba poder. Aproveché que ella quedaba justo atrapada entre mí y las escaleras para acercarme y sin darle tiempo de nada estamparle un beso en los labios, para después susurrarle:

-siempre me has gustado, niña pechochita.

Ella no daba crédito a lo que pasaba y aproveché para alejarme de la escena. Pensando para mis adentros: “¡lo disfrutó, lo disfrutó!”

Tranquilamente me dispuse a iniciar mis labores cotidianas, cuando mi jefe inmediato me llamó.

-Quiero tu renuncia, no preguntes por qué.





*Biológicamente el Krill no pertenece a la misma especie que el camarón, pero comercialmente puede pasar por un camarón muy pequeño.

lunes, 25 de enero de 2010

Pesitos mexicanos


En este diario escribo cosas que a mí me pasan, nomás que salpicadas de invención para hacerlas menos aburridas, sin embargo lo que ahora quiero contar está tomado fielmente de un día cualquiera en mi vida. Sucedió cuando invité a comer a una amiga. Caminamos en la plaza comercial Galerías Boulevard. Ella es una chica bastante avispada, simpática, hermosa, labios rojos, sus ojos –bueno, son como gotitas de miel con destellos de cierta coquetería, que no necesito aclararlo; me hechizan.

Platicamos de todo. Como suele decirse “arreglamos el mundo en dos horas”. Que si Dios existe, que si la virgen María era realmente inmaculada, que si el fin del mundo será en el 2012, que si el presidente Calderón es espurio o no, con esto último dimos fin a la conversación, ya nos estamos metiendo en honduras.

Empezamos a caminar. Fue cuando, ella, que debo decirlo es una compradora impulsiva detuvo su mirada en un hermoso collar de ámbar negro. Unos colores hermosos destacaban esa joya muy por encima de las demás. ¿Y, su precio? Una verdadera ganga. Doscientos devaluados pesos, pensé: “tengo mil pesos, menos trescientos de la colegiatura de la escuela de ballet de mi hija, menos unos zapatos que necesita; sobran cuatrocientos”, esto es lo que sucede con los que ya somos padres. En fin que le dije:

-¿Te lo quieres llevar?, yo te lo compro.
-Pero no sé, me da pena, dijo ella.
-¡Vamos me dará mucho gusto regalártela!
Entramos a la tienda y ella con esa gracia que tiene, preguntó:
-¿Podría enseñarme ese collar que tiene, ahí al frente?, por favor.
-Claro que sí. Es un trabajo artesanal de gran calidad. Señaló la encargada de la tienda. Y tan sólo cuesta, déjeme ver, doscientos por 13.10 es igual a dos mil seiscientos…
Creo que me puse de color rosa encendido. El precio no era en devaluados pesos, sino en pujantes y sobrevaluados dólares.
Ella, con ese dominio de sí, y con total arrojo, sabiendo que yo no podía realizar semejante gasto:
-Mire, eh, lo que realmente buscamos es ámbar verde. ¡Muchas gracias!

Salí cabizbajo y con ese maldito color que no se me quitaba. Sintiéndome más jodido que un haitiano.

lunes, 27 de abril de 2009

Efímero


El exiguo dinero que tenía apenas me alcanzaba para comer unos tacos; dos para ser exactos. En esta situación y en una ciudad desconocida, ¿qué cómo llegué a este extremo? No lo sé, realmente no lo sé. Simplemente un día empezó mi caída hasta lo más ínfimo de la condición humana.

Encontrar a María en ese momento me resultó maravilloso. Ella, como siempre, vestía con esos faldones que le cubrían todos sus encantos; que conviene aclarar, yo conocía perfectamente, sin el afán de presunción sino simplemente como información adicional a esta historia.


-¡Hola! -dijo, agregando frases tan trilladas como “que chiquito es el mundo; quien lo iba a pensar; que gusto encontrarte”, etc.

Resistiendo la tentación de soltarle de buenas a primeras mi urgencia de comida, le pregunté por los conocidos mutuos, Adrián, Paola, Carmen. Cosas que en verdad me importaban un soberano cacahuate. Y cuando parecía que se marcharía, por qué sería que todo mundo se alejaba de mí antes de tres minutos. Le espeté mi falta de recursos económicos. Reaccionó con tanta amabilidad arrojándome cinco billetes de 200 pesos, digo arrojándome, porque me sentí como un perro cuando se le avienta un hueso, enseguida se alejó ondeando su holgada vestimenta.

Convencido de que en esos momentos era dueño de todo un tesoro, dejé de pensar como indigente, fui a unas regaderas públicas, decidido de que aquel dinero representaría un vuelco en mi destino retorcido. Con paso firme y la mirada al frente me dirigí donde pretendía iniciar una nueva vida. No había caminado mucho, unas tres cuadras a lo sumo, cuando dos ladronzuelos me salieron al paso exigiéndome la cartera. No iba a ceder tan fácilmente. Corrí, corrí y corrí hasta un restaurante argentino que está por Tlaneplanta.

Dispuesto a olvidar el incidente pedí al mesero una deliciosa parrillada, algo de vino, un rico postre y la cuenta. Ahí empezaron otra vez mis problemas, -durante la carrera había perdido la cartera.

Pasé toda la tarde fregando platos.


Al día siguiente volví al crucero a seguir escupiendo fuego.